jueves, 24 de febrero de 2022

CARNAVAL DE MAGRITTE À TOMELLOSO

 

     Carnaval de  Magritte  à Tomelloso

 






Los chicos y chicas de 6º nos presentan el trabajo realizado   sobre la obra de Magritte. Han realizado diferentes interpretaciones de su obra.

 A partir de la pintura el Terapéuta de Magritte    nos ha recordado el antiguo Carnaval de Tomelloso con algunas similitudes.
Magritte retrató a su "terapeuta" en la forma de un vagabundo con un sombrero de ala ancha, con un palo y una bolsa de hombro, sentado al borde de un acantilado, no tiene rostro, pero abre bien su capa, como si por un momento permitiera al espectador mirar dentro de su alma . Debajo de la capa hay una jaula con dos palomas blancas, como símbolo de la libertad que quieren alcanzar.

    Además de un terapeuta que ayuda a sus clientes a abandonar el lugar sombrío y solitario que hay dentro de ellos.

Partiendo del Cartel del Carnaval de Tomelloso de 1998 cuyo autor es Juán Luis López Palacios.

Hemos podido observar cómo también  el   miedo  nos ha recordado los carnavales tradicionales de Tomelloso. Se buscaba dar  “miedo” a quien se le daba la  “tabarra” o se le hacía la máscara.

 El cambio de roles donde la mujer se vestía de hombre y el hombre de mujer como podemos ver en el cartel del carnaval Tomellosero donde la mujer se vestía  con un traje de hombre , en una época en  carecían de libertad para poder expresar sus emociones  y manifestaciones públicas, Para ello utilizaban estos disfraces que les hacían poco reconocibles que al igual que la obra del “terapéuta” de Magritte se escondían debajo de estos atuendos . Los elementos con los que se disfrazaban eran las mantas de las “mulas”, “canastas” aprovechaban las jaulas de las casas donde solían introducir una zapatilla o “apargate” donde simulaba ser un encerrado  , cómo símbolo de esa libertad de expresión que se carecía en la época, había otro elemento muy importante que era el cepillo  los polvos de talco y los llamados zorroscomo elemento de la limpieza que se hacía en las casas.

Y que servía para molestar e incomodar a quien se le hacía la máscara.

 

Como podemos ver  la publicación en el digital “de la Voz de Tomelloso”.

 En los antiguos Carnavales no había tablet, ni teléfonos móviles de última generación, no, eso no existía, en su lugar estaban los baúles de las madres, las abuelas y las bisabuelas, y mucha imaginación  y de ahí sacaban las mujeres verdaderas obras de arte, o auténticos andrajos para complicarle más la vida al pobre incauto o incauta que cayera en sus fauces para gastarle la broma, que a veces con ese guirigay te sometían a un martirio chino. No existían discotecas, ni botellones, solo estaba el hombre del “aliguí”, que era un señor con un palo y una cuerda atada a un extremo del mismo y el otro a un caramelo y decía “ aliguí, aliguí, con la mano no, con la boca sí”, o las “taratas” de Juaninas, me contaba mi amigo Eladio Cabañero, que en algunas ocasiones, salían los gañanes en una galera con cánticos estilo a las murgas o coros de Cádiz, me decía que algunos trabajaban en las bodegas de Jonás Torres, y decían “hermanos de la viña, este año van a valer mucho los despojos” a lo que el respetable contestaba “bien por Don Joanás”. Y…una calle el Charco (hoy García Pavón), a rebosar, íbamos como vulgarmente se dice “como piojo en costura”, cuantos “cepillazos, zorrazos o botes de talco” se habrán liquidado. Oficialmente estaban prohibidos, pero se hacía mucho la vista gorda  y se disfrazaban cómo podían.   

  (Jose Antonio Negrillo)

 

 

 

 

 

 

 

 

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