Carnaval de Magritte à Tomelloso
Los chicos y chicas
de 6º nos presentan el trabajo realizado sobre
la obra de Magritte. Han realizado diferentes interpretaciones de su obra.
A partir de la pintura el Terapéuta
de Magritte nos ha recordado el antiguo Carnaval de
Tomelloso con algunas similitudes.
Magritte retrató a su "terapeuta"
en la forma de un vagabundo con un sombrero de ala ancha, con un palo y una
bolsa de hombro, sentado al borde de un acantilado, no tiene rostro, pero abre
bien su capa, como si por un momento permitiera al espectador mirar dentro de
su alma . Debajo de la capa hay una jaula con dos palomas blancas, como símbolo
de la libertad que quieren alcanzar.
Además de un terapeuta que ayuda a sus
clientes a abandonar el lugar sombrío y solitario que hay dentro de ellos.
Partiendo
del Cartel del Carnaval de Tomelloso de 1998 cuyo autor es Juán Luis López
Palacios.
Hemos
podido observar cómo también el miedo
nos ha recordado los carnavales
tradicionales de Tomelloso. Se buscaba dar “miedo” a quien se le daba la “tabarra” o se le hacía la máscara.
El cambio de roles donde la mujer se vestía de
hombre y el hombre de mujer como podemos ver en el cartel del carnaval
Tomellosero donde la mujer se vestía con
un traje de hombre , en una época en carecían de libertad para poder expresar sus
emociones y manifestaciones públicas,
Para ello utilizaban estos disfraces que les hacían poco reconocibles que al
igual que la obra del “terapéuta” de Magritte se escondían debajo de
estos atuendos . Los elementos con los que se disfrazaban eran las mantas de
las “mulas”, “canastas” aprovechaban las jaulas de las casas
donde solían introducir una zapatilla o “apargate” donde simulaba ser un
encerrado , cómo símbolo de esa libertad
de expresión que se carecía en la época, había otro elemento muy importante que
era el cepillo “los polvos de
talco y los llamados zorros “como elemento de la limpieza que se hacía
en las casas.
Y que servía para
molestar e incomodar a quien se le hacía la máscara.
Como podemos
ver la publicación en el digital “de
la Voz de Tomelloso”.
En los antiguos Carnavales no había tablet, ni
teléfonos móviles de última generación, no, eso no existía, en su lugar estaban
los baúles de las madres, las abuelas y las bisabuelas, y mucha
imaginación y de ahí sacaban las mujeres verdaderas obras de arte, o
auténticos andrajos para complicarle más la vida al pobre incauto o incauta que
cayera en sus fauces para gastarle la broma, que a veces con ese guirigay te
sometían a un martirio chino. No existían discotecas, ni botellones, solo
estaba el hombre del “aliguí”, que era un señor con un palo y una cuerda atada
a un extremo del mismo y el otro a un caramelo y decía “ aliguí, aliguí, con la
mano no, con la boca sí”, o las “taratas” de Juaninas, me contaba mi amigo
Eladio Cabañero, que en algunas ocasiones, salían los gañanes en una galera con
cánticos estilo a las murgas o coros de Cádiz, me decía que algunos trabajaban
en las bodegas de Jonás Torres, y decían “hermanos de la viña, este año
van a valer mucho los despojos” a lo que el respetable contestaba “bien por Don
Joanás”. Y…una calle el Charco (hoy García Pavón), a rebosar, íbamos como
vulgarmente se dice “como piojo en costura”, cuantos “cepillazos, zorrazos o
botes de talco” se habrán liquidado. Oficialmente estaban prohibidos, pero se
hacía mucho la vista gorda y se
disfrazaban cómo podían.
(Jose Antonio Negrillo)
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